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lunes, 18 de mayo de 2009

V CICR 2009

Os dejo aquí pequeño artículo que presentaré el sábado en el V Congreso Internacional de Comunicación y Realidad que organizamos en la Facultat de Ciències de la Comunicació Blanquerna. No pretende ni puede agotar el tema pero creo que es un punto de partida interesante a partir del cual se puede generar un debate.


La legitimidad del superhéroe posmoderno

In the eighties, the superhero model enters profound crisis due to the lack of cohesion in postmodern society unable to decide which values should possess the superhero in order to represent that society. Survival of superheroes genre is possible thanks to the work produced mainly addressed to the adult population where that inadequacy becomes very apparent. For that reason superheroes in postmodernity have nothing in common with those brave supermen that belonged to The Golden Age of Comic Books who had an extraordinary strong sense of citizen duty that people cheered. On the contrary, they are normally antiheroes, outlaws that use violence and sometimes overdo it, driven by obsessive personalities. Society does not accept them, they are often seen as fascists and therefore they are forced to radicalize their methods. Two of the most important pieces of work included in this genre review are Watchmen and Batman: Dark knight Returns. For Miller is a question of returning the superhero to his old status of superiority whilst Moore keeps on trying to get away from any conventionalism all through the genre's history. However, despite the differences between these authors and their characters' moral values, the superhero model that results from their work is very similar and becomes the postmodern superhero model.

En los ochenta el modelo de superhéroe entra en una profunda crisis debido a que no hay en las sociedades posmodernas una cohesión lo suficientemente firme como para decidir en qué valores debe el superhéroe representarnos. La supervivencia de los superhéroes como género se da, paradójicamente, mediante la producción de una serie de obras, mayoritariamente dirigidas a un público adulto, en las que se pone de manifiesto esa misma inadecuación. Por esa razón los superhéroes en la posmodernidad no tienen nada que ver con los superhombres de la llamada Golden age del Comic-book que cumplían con su deber ciudadano mientras la gente los aplaudía. Al contrario, suelen ser antihéroes: seres marginales que actúan fuera de la ley, con una violencia desmesurada y movidos por un carácter obsesivo. Los superhéroes en la posmodernidad se ven sobrepasados por una sociedad que no les acepta, que los considera fascistas, y a la que son incapaces de comprender. Dos de las obras más importantes dentro de este revisionismo del género son Watchmen y Batman: Dark Knight Returns. Para Miller se trata de devolver al superhéroe su antigua superioridad mientras que Moore se dedica sistemáticamente a desmontar cada una de las convenciones y lugares comunes desarrollados a lo largo de la historia del género. Sin embargo, pese a la acusada diferencia de los autores en la valoración de la posición moral que adoptan sus respectivos personajes, el modelo de superhéroe resultante es muy similar y se corresponde con el retrato de superhéroe posmoderno.


1. Valores del superhéroe, valores de la sociedad
El conocimiento mitológico es una necesidad propia de la psique humana que deriva, según Jung, del inconsciente colectivo. Pese a las asombrosas coincidencias formales en las maneras que ha tenido históricamente la humanidad de cubrir esta necesidad (dichas coincidencias han sido detalladas en trabajos de diversa índole como, por ejemplo, los de Vladimir Propp o Joseph Campbell), existen una serie de especificidades que hacen a cada mitología adecuarse a la sociedad que las engendra.
Jung diferenciaba entre las imágenes arquetípicas y los arquetipos propiamente dichos. Los arquetipos son universales e innatos ya que son parte (juntamente con los instintos) del inconsciente colectivo. El arquetipo es un elemento meramente formal previo a la forma de representación y sus contenidos pero que de alguna manera los condiciona. Los arquetipos aparecen en forma de mito en la historia de los pueblos. Sin embargo, el mito en sí mismo no es un arquetipo, sino una imagen arquetípica y, por tanto, es propia de una época y lugar.
Los superhéroes son un producto genuinamente estadounidense. Estos universos imaginarios son una manera concreta de cubrir la necesidad de conocimiento mitológico. Por esa razón existe un estrecho vínculo entre los superhéroes y la cultura americana. Como afirma Aguirre (Aguirre, 1996):
“La vinculación entre los valores heroicos y los valores sociales es básica para comprender la transformación que se produce al llegar a la época contemporánea. Señalemos un punto de partida: para que aparezca el héroe la sociedad ha de tener un grado de cohesión suficiente como para que existan unos valores reconocidos y comunes. Sin valores no hay héroes (...) La sociedad engendra sus héroes a su imagen y semejanza o, para se más exactos a la imagen idealizada que tiene de sí misma.”
Aunque Aguirre llega a estas conclusiones en el estudio de los héroes de la literatura decimonónica sus afirmaciones son también válidas para ellos, especialmente en los inicios del género. Un claro ejemplo es el lema de Superman, quien dice luchar: “por la verdad, la justicia, y el estilo de vida americano”.
Lo que trataremos de averiguar en este artículo es qué ocurre con los superhéroes en los 80, cuando desaparece el consenso social sobre los valores. Está claro que el género no ha desaparecido. ¿A qué valores se atienen los superhéroes posmodernos?, ¿Cómo muta el género para sobrevivir? Para ello compararemos el modelo de superhéroe clásico con el posmoderno, especialmente en lo que respecta a la moral.

2. Retrato moral del Superhéroe clásico
Moral bipolar:
El superhéroe clásico es incapaz de hacer malas acciones aunque sean por un bien mayor. Esto es debido a que en sus orígenes el género de superhéroes estaba dirigido íntegramente a un público infantil. Sin embargo, una afirmación aparentemente tan sencilla entraña una serie de presupuestos sobre la moral. La imparcialidad y saber hacer de los superhéroes necesita de una visión bipolar del bien y el mal.

Todo es blanco o negro y no existen puntos intermedios ni diferentes puntos de vista. En el universo de los superhéroes clásicos existen los buenos y los malos. Las acciones de los superhéroes son incuestionablemente buenas y tienen como fin neutralizar las acciones de los villanos (por definición, perversas). No hay lugar para el error. Toda buena acción logra sus objetivos y toda mala acción está condenada al fracaso. Como afirma Robin S. Rosemberg (Rosemberg, 2008, p.38):
“Yet one of the remarkable aspects of Superman, superpowers aside, is his two-dimensional moral view of the world —good versus evil. He rarely appears wrestle with the moral implications of his crime-fighting behavior.”
Pese a que los superhéroes clásicos son incapaces de realizar malas acciones, la mayor parte de las veces sí se ven obligados a utilizar la violencia. La violencia utilizada por estos personajes sería comparable, en términos de justificación moral, a la utilizada por la policía o el ejército. En el universo de los superhéroes clásicos el superhéroe se convierte en una institución legitimada para el uso de la fuerza y que, de hecho, llega muchas veces a donde el resto de instituciones no puede. Chuck Tate analiza la cuestión desde la psicología y distingue entre agresión instrumental y hostil (Tate, 2008, p.136).
“Instrumental aggression (…) is, psychologically, a means to achieve a larger goal. People displaying instrumental aggression are considered to use violence or harm only as means to another end, such as helping someone (…) Most superheroes engage in instrumental aggression.”
El uso instrumental de la violencia no está considerado, cuando está legitimado por la sociedad, como una mala acción. Pero sí está limitado. Los superhéroes clásicos nunca deben infligir más daño del necesario para anular la amenaza que representan los malos y tienen prohibido matar a su oponente.
Del lado de la ley:
En tanto que estandartes de los valores idealizados de una determinada sociedad, los superhéroes clásicos defienden el orden y las instituciones de dicha sociedad y colaboran con la policía y el ejército para ayudarles en todo aquello que está en su mano. Como especifican Christopher Peterson y Nansook Park (Peterson; Park, 2008, p.13):
“They are hardly revolutionaries. Superman and Batman fight corruption but not the system that allows it to exist.”
Un ejemplo de ello es el código de autocensura que se impusieron las principales empresas editoras de comic books a mediados de los 50s. Uno de los puntos del Comics Code (Comics Magazine Association of America, 1955) establecía que:
"Policemen, judges, government officials, and respected institutions shall never be presented in such a way as to create disrespect for established authority.“
Protectores de la sociedad:
Los superhéroes clásicos no sólo forman parte de su sociedad (tienen una identidad secreta que participa de la sociedad como un ciudadano de a pie más) sino que representan los valores de la “American way of life”. Los superhéroes se encargan de proteger a dicha sociedad de las amenazas externas. Un buen ejemplo de ello es el papel que jugaron durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los superhéroes de Timely (actual Marvel) lucharon en Europa contra los nazis.

3. Relativismo posmoderno
Una vez analizado el modelo de superhéroe clásico pasamos a revisar los diversos procesos que motivan su mutación hacia el modelo de superhéroe posmoderno. Entre ellos cabe destacar, lógicamente, la posmodernidad. Para ello nos basaremos en las teorías de Gianni Vattimo sobre el origen de la heteropía posmoderna. Según Vattimo, en la posmodernidad se produce una ruptura del concepto de Historia Universal y, por tanto, de la idea de progreso (Vattimo, 1989, p.76):
“La crisis de la idea de historia entraña la de la idea de progreso. (...) El progreso se concibe asumiendo como criterio un determinado ideal del hombre, que, en la modernidad, coincide siempre con el de hombre moderno europeo. (…) El ideal europeo de la humanidad se ha ido desvelando como un ideal más entre otros, no necesariamente peores, que no puede, sin violencia, pretender erigirse en la verdadera esencia del hombre, de todo hombre.”
Según las reflexiones de Vattimo resulta crucial para la llegada de la posmodernidad los cambios que se derivan del nacimiento de los medios de comunicación de masas, por una parte, y los conocimientos adquiridos por la antropología, por otra, al dar estos voz a colectivos, credos, orientaciones sexuales, etnias, clases sociales, etc. que quedan fuera del ideal de hombre europeo considerado por el proyecto ilustrado. El resultado es la transformación de la utopía en heteropía. Aplicando éste concepto a diferentes ámbitos del conocimiento obtenemos diversificación de los “bellos” (estética), de los “ciertos” (conocimiento) y de los “buenos” (ética). Aquí es especialmente importante éste último. La diversificación de los “buenos” es sinónimo de relativismo moral y, por tanto, de falta de consenso en los valores sociales. Cae la concepción del Bien y el Mal absolutos.

4. Condicionantes editoriales
La culminación de diversos procesos de cambio en la industria editorial de los sesenta y setenta también afectarán de manera relevante la creatividad en la industria del comic de los ochenta. En los sesenta, especialmente gracias a las aportaciones de Stan Lee y Jack Kirby se produce una progresiva humanización de los superhéroes: superhéroes como Spiderman tienen dudas y cometen errores. El superpoder se convierte en una carga más que en un don.
En los setenta se produce una progresiva relajación del Comics Code que permite que los cómics sean cada vez más violentos. Otra de las estrategias para evitar las limitaciones del código será el aumento de las producciones orientadas al público adulto mediante un nuevo formato, la novela gráfica. Finalmente, la consolidación de la venta directa y las publicaciones independientes abre las puertas a la experimentación estética y temática.

5. Retrato moral del Superhéroe posmoderno
Relativismo moral:
Una vez quebrado el esquema moral bipolar hay que replantearse la posición moral en la que el superhéroe debe situarse. Como afirman Vidal Biosca y Cortés Rojano (Biosca; Rojano, 2002, p.30):
“Si en la década de 1960, los superhéroes habían adquirido humanidad mediante su acercamiento a la vida cotidiana, la Era Reagan plantea el enfrentamiento de los superhéroes a su propia cara oculta, y a la realidad de que en la vida la bondad y la maldad no son químicamente puras.”
La figura arquetípica predominante pasa a ser el antihéroe. El superhéroe deja de encarnar el Bien absoluto para situarse en la zona gris entre el Bien y el Mal. Aunque el fin que pretenden conseguir es casi siempre bueno, muchas veces actúan en beneficio propio o por venganza. Es el caso de El Comediante (Watchmen) quien mata a una chica vietnamita a la que ha dejado embarazada porque ella le corta la cara con una botella rota. Una de las principales características del antihéroe, sin embargo, no es la motivación ni el fin de sus acciones sino los métodos. Como afirman M. Spivey y S. Knowlton (Spivey; Knowlton, 2008, p.61):
“When analyzed in a continuous state space, it becomes clear that the anti-hero concept is flexible enough to accommodate some rather intriguing variations on a theme. By having the guts and moral ambiguity to commit astounding acts that require anything from intimidation to mass murder as the means to an end, anti-heroes blaze trails in the uncharted territory between
categories of obvious goodness and unmitigated evil.”
Encontramos un ejemplo de asesinato de masas en la recta final de Watchmen, cuando queda al descubierto el plan de Adrian Veidt, alias Ozymandias. Este superhéroe de tendencias megalómanas (se identifica con Alejandro Magno), no duda en matar a la mitad de la población de Nueva York haciendo aparecer una falsa criatura extraterrestre con aterradores poderes psíquicos en medio de la ciudad para evitar una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Fingiendo un enemigo común pretende que se olviden las rencillas entre las dos potencias, que se encuentran a esas alturas del cómic al borde de la deflagración. El contrapunto de Veidt lo encontramos en Rorschach, quien tiene una visión moral totalmente polarizada. Para él todo es blanco o negro como demuestra metafóricamente su máscara. En referencia a la tela Rorschach afirma: “Mostraba el blanco y negro en movimiento. Cambiando de forma… pero sin mezclarse nunca para formar el color gris.” (Moore, 1986, p.188)
También el Batman de Frank Miller es mucho más violento de lo usual. En Batman: Dark Knight Returns (DKR) vemos realmente como disfruta aterrando criminales; como, para desarmar a sus oponentes, no utiliza métodos letales pero sí deliberadamente dolorosos y, sobretodo, como en su primera batalla contra la banda de los mutantes no hace nada para evitar que se maten entre sí intentando detenerle. Si bien no se puede decir que haya cambios extremos en los actos del personaje (Batman, aunque está a punto de hacerlo en su enfrentamiento con el Joker, no llega a matarlo) sí que se podemos apreciar lo sombrío de su carácter en sus omisiones de acción. Cuando, tras vencer al líder de los mutantes, algunos de estos pandilleros (la mayoría con delitos de sangre) decide tomar como nuevo modelo al mismo Batman e inician una brutal cruzada contra el crimen, Batman no hace nada por detenerlos. ¿Porqué debería? La respuesta es sencilla. Porque, a diferencia de Batman, no tienen ningún límite. Los llamados Hijos de Batman llegan a cortarle las manos a un ladrón por robar dos revistas y una chocolatina.
Fuera de la ley:
La figura del superhéroe o justiciero es, a partir de la posmodernidad, problemática en lo que respecta a su posición respecto a la legalidad. La existencia de un personaje que se toma la justicia por su mano, que no se defiende legítimamente cuando se ve atacado sino que toma un rol activo y sale a buscar a los malhechores para darles su merecido (en inglés se utiliza el término “vigilante” para nombrar este tipo de personajes), no supone tanto problema cuando dicho personaje es una encarnación de los valores morales de la sociedad a la que protege y representa. Esto es lo que pasaba con el superhéroe clásico. En la posmodernidad, debido al relativismo moral del que hablábamos antes, se pone de relieve el hecho de que la posición moral del superhéroe es individual y no representativa.
En respuesta a este problema el superhéroe posmoderno se suele situar fuera de la ley, lo que parece una perspectiva bastante más realista sobre cuál debería ser la posición lógica para un personaje de este tipo en una sociedad democrática. Tanto en Watchmen como en DKR la mayoría de los superhéroes han sido declararos fuera de la ley y forzados a retirarse.
En Watchmen los superhéroes son declarados fuera de la ley con la denominada Acta Keene de 1977. Tras una huelga de la policía (que reivindican su legítimo papel como institución encargada de proteger la sociedad contra el crimen) y los graves disturbios que esto provoca la opinión pública se vuelve contra los vigilantes. Por toda la ciudad se suceden las manifestaciones pidiendo que vuelva la policía y aparecen pintadas que preguntan “¿Quien vigila a los vigilantes?”. El senador Keene declara ilegales a todos los vigilantes salvo aquellos que trabajan directamente para el gobierno (Dr. Manhattan y el Comediante). Esto se debe a que el Dr. Manhattan es un importantísimo activo militar dados sus superpoderes y sitúa a Estados Unidos en una posición estratégica favorable respecto a la Unión Soviética. Por otra parte el Comediante abandona las tareas de luchador contra el crimen (amenazas internas) para centrarse en el papel de supersoldado (amenazas externas) dado que había colaborado en misiones anteriores en Vietnam. En el extremo opuesto encontramos a Rorschach quien no cesa en su lucha contra el crimen sino que endurece todavía más sus métodos. En respuesta al Acta Keene, Rorschach deja el cadáver de un violador múltiple frente el edificio de la Dirección General de la Policía con una nota en la que se lee: “¡Jamás!” (Moore, 1986, p.133). Como Rorschach escribe en su diario: (Moore, 1986, p.32): “Existe el bien y existe el mal, y el mal ha de ser castigado. Incluso ante el mismísimo apocalipsis seguiré actuando igual.”
En DKR, un fuerte sentimiento antivigilantista por parte de los ciudadanos de Gotham obliga a retirarse al caballero oscuro. Tras este retiro de una década en la que se ve sumido en el alcoholismo, Bruce Wayne decide volver a enfundarse el traje de Batman. También en DKR, aquellos que actúan dentro de la legalidad suelen ser abiertamente señalados como instrumentos del Gobierno y son utilizados más como armamento militar que como luchadores contra el crimen. El Superman de DKR, por ejemplo, es el contrapunto de Batman y, como es lógico, ambos acaban enfrentándose cuando Batman actúa en contra de los intereses del Gobierno. En este caso, Batman echa en cara a Superman su posición de servidumbre al Gobierno. “Sí… siempre dices que sí a cualquiera con una placa… o una bandera… mal hecho. (…) Nos vendiste, Clark. Les diste el poder que nos correspondía. Como te enseñaron tus padres. Mis padres… me enseñaron algo muy distinto… tirados en la calle…. Temblando de miedo… muriendo sin razón… me enseñaron que el mundo solo tiene sentido cuando le obligas a tenerlo.” (Miller, 1986, p.182-184)
En ambos comics nos encontramos con superhéroes de carácter revolucionario, es decir, que no se contentan en luchar contra los criminales (síntomas) sino que dan un paso más para luchar contra el sistema (enfermedad).
Amenaza para la sociedad:
La postura de los superhéroes postmodernos frente a la ley es síntoma de una exclusión aún mayor. La no afiliación a aquellos valores que la sociedad cree idealmente tener (aunque sea a raíz de una falta de consenso sobre ellos) tiene como consecuencia la expulsión (en ocasiones autoimpuesta) de la participación en dicha sociedad. Los superhéroes posmodernos no sólo no representan en absoluto a la sociedad sino que se mueven completamente fuera de ésta. En la posmodernidad los superhéroes pasan de ser protectores de una sociedad frente a las amenazas (tanto externas como internas) a ser una amenaza en sí mismos.
Un ejemplo de exclusión extrema es el del Dr. Manhattan de Watchmen quien, cuanto más se acerca a la razón pura (dada su percepción subatómica del tiempo y el espacio), más se aleja de una humanidad a la que es incapaz de comprender, llegando a exiliarse en Marte.
En DKR se genera un debate en los medios de comunicación. Los que son favorables a Batman afirman que es necesario dada la ola de crímenes de la banda de los mutantes y el regreso de dos caras. Los que están en contra, en cambio, argumentan que es un fascista reaccionario que no respeta los derechos civiles. Lo consideran, textualmente, “una amenaza para la sociedad” (Miller, 1986, p.105).

6. Miller y Moore, debate sobre la nueva moralidad del superhéroe.

Tanto en Watchmen como en DKR se produce un debate en los medios de comunicación que devela lo que es, creo yo, el auténtico tema de ambos comics: la legitimidad moral de los superhéroes. En ambos se exponen principalmente dos puntos de vista opuestos:
a) Son una lacra social: individuos reaccionarios rayando el fascismo, de carácter obsesivo, sin ningún apego por los derechos civiles y a los que nadie ha legitimado para que hagan de jueces y verdugos. Deben desaparecer.
b) Están por encima de la ley: los elegidos para defender la sociedad y sus valores. Tienen el deber moral de hacerlo incluso cuando para ello deben cometer actos atroces, incluso cuando la sociedad a la que protegen está tan corrompida por la decadencia moral que no desea ser defendida.
En los dos comics se expresan ambas opiniones sin embargo se puede decir que Alan Moore tiende a a) mientras que Frank Miller se siente más cómodo en b). Buen ejemplo de ello son las declaraciones de los autores sobre algunos de sus personajes. Allan Moore describía a Rorschach en los siguientes términos (Daniels, 2003, p.192):
“Rorschach was to a degree intended to be a comment upon the vigilante super hero, because I have problems with that notion. I wanted to try and show readers that the obsessed vigilante would not necessarily be a playboy living in a giant Batcave under a mansion. He’d probably be a lonely and almost dysfunctional guy in some ways.” (…) “Rorschach’s point of view is very difficult to argue with some cases,” Moore admits. “That’s his problem. Anybody who’s got that much moral integrity is probably going to be a fanatic.”
Frank Miller, en cambio, pretende revitalizar la mítica de los superhéroes llevando a Batman un paso más allá del vigilante enmascarado (Bermúdez, 1998, p.162):
“Creo que para que el personaje funcione, tiene que ser una fuerza que en cierto sentido esté más allá del bien y del mal. No puede juzgársele en los mismos términos que utilizaríamos para describir algo que haría un hombre porque no podemos pensar en él como en un hombre. Estoy haciendo esta serie en un momento muy adecuado para mí porque me resulta muy claro que nuestra sociedad se está suicidando por la carencia de una fuerza como esa.”

A pesar de sus diferencias, podemos apreciar que el modelo de superhéroe que proponen, el posmoderno, es muy similar moral, legal y socialmente. Ambas obras tienen como tema central cuál debería ser el papel y la fuente de legitimación de los superhéroes en un entorno posmoderno.


Dani Gómez Salamanca

FCC Blanquerna



7. Bibliografia.
AGUIRRE, J.M. “Héroe y sociedad: El tema del individuo superior en la literatura decimonónica”.Espéculo(1996),num.3
BERMÚDEZ,T. La noche del murciélago. [Madrid?]Camaleón,1998
DANIELS,L. DC Comics: A Celebration of World’s Favorite Comic Book Heroes. New York:Billboard Books,2003
COMICS MAGAZINE ASSOCIATION OF AMERICA. Comics Magazine Association of America Code. Washington:United States Government Printing Office,1955
MILLER,F. El regreso del caballero oscuro. Barcelona: Planeta DeAgostini,2006
MOORE,A.; GIBBONS,D. Watchmen. Barcelona: Planeta DeAgostini,2007(1986)
PETERSON,C.; PARK,N. “The positive psychology of superheroes” En: ROSEMBERG,R.S. The Psychology of superheroes. Benbella.Dallas,2008
ROSEMBERG,R.S. “Superman’s personality: From Krypton, Kansas, or both” En: ROSEMBERG,R.S. The Psychology of superheroes. Benbella.Dallas,2008
SPIVEY,M.; KNOWLTON,S. “Anti-heroism in the continuum of good and evil” En: ROSEMBERG,R.S. The Psychology of superheroes. Benbella.Dallas,2008
TATE,C. “An Appetite for destruction: aggression and the Batman” En: ROSEMBERG, R.S. The Psychology of superheroes. Benbella.Dallas,2008
VATTIMO,G. La sociedad transparente Barcelona:Paidós,2004 (1989)
VIDAL BIOSCA,J.; CORTÉS ROJANO,N. Superhéroes y villanos: Una visión social del cómic. Barcelona: Fundació Josep Comaposada: Avalot:UGT,2002.




Referencia:
GÓMEZ, D. “Watchmen contra Dark Knight Returns: la legitimidad del superhéroe posmoderno”. Trípodos Vol. 2 (2009), num. Extra 2009, p. 1031-1040. ISBN: 978-84-936959-2-7

3 comentarios:

  1. Recién descubierto vía Carcel de Papel, enhorabuena por el artículo

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  2. Daniel,
    Lo leí del tirón. No quiero cansarte con polémicas bizantinas, pero le haría algunas objeciones a tu selección de las citas de los bocadillos de Rorschach en WATCHMEN. Ya conoces mi falso blog y sabes dónde me duele. ¿Cómo recoger su discurso del cap. VI sobre "el abismo"? ¡Eso sí que está más allá del relativismo ético!
    Un saludo,
    Joaquín

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